Madona con abrigo de piel/Kürk Mantolu Madonna

Antes de meternos del todo en harina, una confesión que hará que los muchos admiradores de esta novela primero me ajusticien, posiblemente por empalamiento, y que luego me linchen. Madona con abrigo de piel me parece un libro muy bonito, e incluso un gran libro, pero no creo que sea una buena novela. Me explico, a mí me gustan las cosas muy sota, caballo y rey, o bien sujeto, verbo y predicado, aunque sí, claro que sé que el verbo es el núcleo del predicado, y esta novela no es así. La historia principal tiene una especie de historia marco que de entrada bien, pero de salida parece que el autor la despacha como si se hubiera hartado de escribir (y la obra no tiene tantas páginas como para eso) y como quiere irse a cenar, más aún si lo que quería era ir a descomer, la liquida en un pis pas. Bueno, pues eso no me parece bien. Si te tiras cuarenta páginas —ahora no sé cuántas son— al principio planteando unos personajes y unas situaciones, pues te fastidias como Herodes y qué menos que otras treinta o cuarenta al final para anudar flequillos sueltos (muy de moda actualmente, los flequillos, y no siempre quedan bien).

Tanto es así que, mires por donde mires —andes lo que andes, nunca andes por los Andes—, todo el mundo se hace lenguas (quiero decir que hablan bien) de la historia de amor entre el apocado y abúlico y aburrido Raif y la dinámica flapper topolino María y se olvidan por completo de la historia-marco o passe-par-tout. Ah, qué bonico que es el amor, «si me enamoro algún día / me desenamoraré / para tener la alegría / de enamorarme otra vez», que decía la famosa sevillana desiderativo-masoquista. Como soy un poco cardo la parte romántica no me fascinó hasta el punto de mantenerme desvelado leyendo como un poseso comiéndome las uñas y suspirando; donde se ponga Corín Tellado… Así que empecé a preguntarme si no sería yo y no ella (la novela) porque ella debería ser lo mejor que me había pasado, y le pregunté a pastores que leyéredes por qué yo no adolecía, ni penaba, ni moría. Y me llevé una buena sorpresa.

Porque resulta que a la mayoría de los que pregunté, que eran casi todos de mi edad, condición y confianza —por lo que si son ustedes sartrianos sabrán que yo intuía la respuesta de antemano—, les gustaba (sin casi) más la historia marco que transcurre en Ankara que la historia romántica en Berlín. Será que no están ustedes ya para eso, me dirán con toda razón, pero no por eso deja de ser verdad y así es natural que nos decepcione un poco que el pobre Sabahattin Ali le dé una patadota al final y adiós muy buenas. Decía alguien (no me acuerdo de quién, creo que Boratav) que le había visto al autor el borrador de la novela como cuento y, suponiendo que la trama del cuento fuera la historia de Raif y María en Berlín, eso explicaría todo lo demás. O es que simplemente a partir de los cincuenta le dices adiós al amor como mi prima  y lo que más te apetece es un puesto de traductor funcionario naintufaif, porque el tal Raif acaba de traductor, que no me lo invento (esto).

La forma de presentar el libro en España en reseñas y demás ha sido un poco lianta porque se ha seguido la prensa anglosajona, que a su vez se ha fiado de la co-traductora al inglés de la novela (la famosa, del que estoy seguro que cardó la lana nadie se acuerda), a la que se le ha calentado bastante la boca en mi opinión. Porque se ve cada cosa que te deja de piedra. En primer lugar que es una especie de novela resistente que poco menos que empieza por aquello de “un fantasma recorre Europa”. Lo que pasa es que al pobre Sabahattin Ali, que sí era socialista de verdad —uséase, filocomunista—, le cayeron tortas de propios y extraños y no solo estuvo en la cárcel, sino que acabaron matándolo mientras trataba de cruzar a Bulgaria de estranjis, en unas circunstancias sumamente extrañas en las que no vamos a entrar porque son de conocimiento público. Por cierto, habrán notado que he incluido a propios además de extraños y lo he hecho porque había quien le echaba en cara ser demasiado pijo como para ser un buen socialista. En fin, que como lo mataron por ser de izquierdas y oponerse al régimen —que no era el de ahora precisamente—, se asume que toda su obra es militante y opositora —que no— y que si esta novela se lee mucho ahora es porque es símbolo de resistencia contra el régimen actual —que no es el de antes—. Esto es más o menos una falacia de generalización apresurada y, que me corrijan los filósofos retóricos, creo que de afirmación del consecuente: (a) Sabahattin Ali era un opositor al régimen y escribió Madona con abrigo de piel; (b) la juventud opositora actual lee Madona con abrigo de piel; (c) ergo (signifique lo que signifique eso, que diría Jessica Jones), Madona con abrigo de piel es una novela de oposición. Para mí que eso es como decir que a las nuevas generaciones de Podemos les gusta el repórter Tribulete (que en todas partes se mete) porque a su guionista, Rafael González lo represaliaron en el franquismo, de lo que cabe deducir que el tal Tribulete, que luego fue compañero de Pepito Magefesa, la identidad que adopta el Hombre Enmascarado en España, es claramente un indignado y Pepito Magefesa/Mr. Walker un héroe de la clase obrera, cosa que no digo yo, sino Gallardo (y que me disculpe por insertar un dibujo suyo sin permiso, pero me amparo en el derecho de cita científica habida cuenta de que me consta que me lee al menos un estudiante, probetico):

Basándose en este razonamiento, nuestra amiga Maureen Freely —la traductora insigne, no el otro— se lanza al vacío sin red, da un triple salto mortal y medio y publica un artículo diciendo que es «the only dissident novel for sale in Turkey», lo que es pasarse mucho, mucho, mucho.

Primero porque no es verdad y segundo porque es mentira. Es mentira que sea la única novela disidente que se publica y se vende en Turquía (si se leen los comentarios del artículo verán que Amy Spangler, agente literaria residente en Turquía y buena conocedora del percal, dice: «I find the title highly misleading, and frankly insulting to existing dissident publishers in Turkey whose dissident books, including novels, can also be found in bookstores»). Y no es verdad que sea disidente. Hombre ya, hasta ahí hemos llegado. El hecho de que al pobre Sabahattin Ali se lo cargaran no implica que esta novela sea precisamente política. ¿Y por qué lo digo? Porque las otras dos que tiene lo son mucho más, tanto İçimizdeki Şeytan (Nuestro demonio interior o El demonio que hay en nosotros, traducida por Mario Grande, que le dedicó un Trujamán al autor, y que está sin publicar, por si a alguien le interesa), que tiene mucho de reflexión sobre el intelectual de izquierdas, y, sobre todo, su primera novela Kuyucaklı Yusuf (Yusuf el de Kuyucak), que es de bandoleros y campesinos oprimidos —pero también de amores y quesos, digo, besos—. Y no acaba aquí la cosa, sino que esta última, y primera, novela está en la lista de cien lecturas recomendadas para las enseñanzas medias preparada por el ministerio de educación nacional. O sea, ¿que las novelas de Sabahattin Ali son tan descaradamente militantes y antisistema que las recomienda el ministerio de educación? Venga ya. Si fueran algunos de los cuentos, no digo que no. Y además, ya que andamos con pobres campesinos pobres y bandoleros que se echan al monte, el gran novelista socio-resistente siempre ha sido Yaşar Kemal, que con él no se metían ni los suyos.

En las reseñas que han salido en España más o menos se limitan a seguir la cantinela y el personal va a comprársela pensando poco menos que es Germinal, que es mucho más larga. Menos mal que ya va habiendo quien se la lee y se da cuenta de que no, de que es otra cosa, y publica presentaciones como esta de RustaDevoradora, que no está mal (vaya, que está bien). De todas formas, como el gachó es turco, como el autor, y la gachí es alemana, siempre sale el rollo de oriente y occidente y condenados a entenderse y el choque de civilizaciones y el puente y qué sé yo, que solo faltan los derviches giróscopos, y llevado (-a) por esta ola de emoción y clichés topicazos hay quien dice que en 1948 Bulgaria formaba parte del Imperio Otomano, que no pongo el enlace porque se dice el pecado pero no el pecador.

Otro cuento que se cuenta sobre el cuento es que se trata poco menos de una novela feminista porque ella es muy lanzada y él bastante pusilánime y un sí es no es gilipichi. Pero el nuevo modelo de mujer republicana, aunque María Puder no sea ni turca, no es precisamente de las que se cortan, y si no, miren ustedes en Paz, que quien lleva la batuta del fornicio es ella, que si es por él, todavía están deshojando margaritas a la luz de la luna. Y sí, también soy consciente de que el amorío de María y Raif se supone que es anterior a la República, pero la novela no, que es lo que importa. Pero, bueno, lo que vale es parecer que se la ha leído uno con mucha profundidad.

La traducción tuvo un punto bastante irritante. La encargaron, se hizo cumpliendo los plazos (lo que no suele ser muy difícil porque insisto en que me los den holgados de sisa), pagóse y, ¡oh!, no se publicaba, no se publicaba y no se publicaba. Que si ahora no es el momento, que si ahora hemos cambiado la orientación del catálogo, que si no tengo ganas, que si me duele la cabeza (hay que tomar pastel de cerezas). Cuando, de repente, ¡oh sorpresa!, s.s.s. se entera, no me acuerdo de si por la prensa, de que por fin va a salir. Supongo que fue porque se les acababa el plazo del contrato de la comercialización (véase no sé qué entrada anterior) y al final publicose. Tengo que reconocerlo, la cubierta quedó bien bonica con una foto o retrato de una señora en un abrigo de pieles bestiajo, que la ven los de Greenpeace y la crucifican y luego la descuartizan y se la comen con patatas de tofu. Gracias, editorial Salamandra, pero tengan cuidado al leer el libro no les vaya a escupir y se queden calvos. (Ah, ¿que no es esa? Pues haberlo dicho.)

Hablando de la cubierta no nos queda más remedio que hablar del título, ligeramente modificado por ellos (Salamanquesa). Yo le puse en principio La madona del abrigo de pieles. Y ahora me dirán ustedes: ¿Y por qué «madona» con una ene? Pues porque miré en el diccionario de la RAE y lo ponían así. ¿Que por qué miré el diccionario? Pues porque con dos enes me parecía que sonaba una jartá a alguna fase peletera de Luisa Verónica Ciccone, de cuando era como una virgen, o más bien de cuando era moza material. Resuelta esta duda, de tal forma que cuando alguien me criticara yo pudiera alegar que donde hay patrón (RAE) no manda marinero (el listillo que critique), me encontré con que la editorial lo había despojado de ambos artículos determinados (la/el) y había transformado la preposición «de» en «con», decisiones ambas que me importaron un pimiento y que supongo que dan mejor la idea de cuadro en una exposición (de Mussorgsky) que es de lo que se trata. En la cubierta, pues, igual habría quedado mejor un cuadro que una foto, pero no nos vamos a pelear por eso. Lo que no tengo del todo claro, pero me importa más o menos lo mismo que antes, digamos un comino o, ya que estamos en Semana Santa, un grano de mostaza, es el cambio de «pieles» por «piel». No sé yo en su pueblo de ustedes, pero para mí un abrigo de visón, marta cibelina, foca, zorro o, mismamente, conejo, es un «abrigo de pieles», puede que porque hay, perdón, había que usar más de un bicho o animalito. (Por cierto, ¿han visto Gorky Park? Uy, pues deberían.) En cambio, en singular, con «piel», me imagino a un nazi con abrigo de cuero como aquel de las gafillas de Indiana Jones, que qué malo que era. De todas formas, como decía, tampoco nos vamos a pelear por eso, que igual ustedes lo llaman «abrigo de cuero» y en eso no nos queda más remedio que estar de acuerdo. Pelillos a la mar.

En fin, aunque parezca que no, que desde luego en casa del herrero, cuchara de palo, les recomiendo encarecidamente que se lean el libro porque es bien bonito y además es corto y en un fin de semana se lo liquidan. Y así me podrán decir si me dan la razón o no.

P.D. El otro traductor al inglés de la novela es Alexander Dawe, de quien me consta porque lo conocí una vez hace años que (a) es perfectamente bilingüe y (b) que ya entonces estaba deseando poder traducir a Tanpinar y nadie le hacía ni maldito el caso. Años después aparece su traducción del Instituto de Tanpinar también con Maureen Freely como primera traductora, como en esta de Sabahattin Ali. Teniendo en cuenta que (a) Freely tiene bastante renombre como escritora y como traductora de Pamuk, pero que (b) ya en su traducción del Museo de la inocencia —según me contaba Michael McGaha— había una misteriosa frase: «Orhan Pamuk expresses his gratitude to Sila Okur for ensuring fidelity to the turkish text», me da en la nariz que al pobre Dawe le han puesto como condición para publicar sus traducciones que se las revise Freely, que vende más, y, como consecuencia, a él nadie le pregunta su opinión. Cosas que pasan.

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Acerca de Rafael Carpintero

Traductor y profesor en la Universidad de Estambul
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4 respuestas a Madona con abrigo de piel/Kürk Mantolu Madonna

  1. Maite Gallego dijo:

    Este carpintero es tan, tan bueno que cuesta creer que exista de verdad.
    https://goo.gl/EgN8BC

    • Oy, oy, oy. Qué vergüenza que me da. Pues anda que usted, que yo me creía que Emma Bovary era la jefa de estudios de un lupanar y resultó ser una señora… Y todo gracias a sus buenas artes.
      Salud y saludos

  2. Renata dijo:

    Cuando leí algunas de las reseñas que se estaban publicando aquí en España en relación a este libro, me pregunté en varias ocasiones si de verdad me había leído a la Madona del abrigo de piel o a la cantante, porque poco tienen que ver este libro con esa disidencia que cuentan, más allá de que el personaje principal en realidad no quiera continuar con el negocio de su padre y tal. Aparte, de que todos sabemos que, en realidad, lo que se estilaba en Turquía hace unos años era comprar este libro (original o «korsan» según el bolsillo de cada uno) y hacer una foto en Instagram con un café/te kuki, tal y como ilustra Umut Sarıkaya en una de sus viñetas.

    Lo que más me gusta de Sabahattin Alí es su estilo narrativo, tiene una capacidad para hablar del amor, la tristeza y la melancolía que es lo que más me gusta de sus libros. Es prosa que a mí se me hace verdadera poesía (sí, puedo ser así de moñas a veces). Esa es la razón que también está entre mis favoritos el que es una recopilación de cartas escritas a su mujer y a su hija «Canim Aliye, Ruhum Filiz», que nunca me puedo leer de una sentada porque a veces me entra algo en el ojo y lloro, porque es todo muy bonito. Si vuelvo a Turquía un día de estos, que aprovecharé para comprarme un mini-póster de la foto de este señor con alguna de las frases famosas para poner en el despacho.

    Y bueno, respecto a Alexander Dawe, pues me da pena que tenga que estar supervisado constantemente, pero yo vivo lo mismo en la oficina cuando traduzco mensajes de año nuevo, de pascua, de respuesta de otra felicitación, y de fechas señaladas, o algún articulito. Al final es a algo a lo que se acostumbra uno, aunque haya días que uno lo lleve peor y otros que mejor, y este hombre al menos tiene la suerte de traducir textos que superen las 6 páginas y que cuentan con valor literario.

    En fin, ne dem bâkî, ne gam bâkî.

    • Oh, amiga Reyhan, me llena de gozo ver que sigue por aquí. Supongo que lee en el tren las cartas de Sabahattin Ali a su mujer y a su hija y por eso le entran carbonillas en el ojo a veces; le aconsejo que cierre la ventana, por lo menos no la verán los de enfrente.
      Estoy de acuerdo con usted en casi todo. Y el «casi» está en que me compare traducir mensajes oficinísticos con traducir libros, y no porque una cosa sea más difícil y meritoria que otra, sino porque legalmente son muy distintas. Alexander Dawe es reconocido como co-traductor de esta obra y otras por imperativo legal y uno se espera que su com-pañera de traducción tenga la suficiente elegancia como para mencionarlo, que no lo hace. Y tampoco es su jefa ni su supervisora. Me consta que usted lo sabe, como también me consta que la traducción oficinística no es nada grata, por lo que le ofrezco mis condolencias.
      Por cierto, no he sido yo el primero en traducir la Madona ésta. Ceren Kıran me contó que ella lo había traducido con no me acuerdo quién. Cuando me lo ofreció Salamandra me puse en contacto con ella para que les enviara su traducción, pero me dijo que la había perdido. Le propuse que la hiciéramos juntos, en su caso sería rehacerla, y que apareciéramos como cotraductores, pero declinó amablemente la oferta. Supongo que debería haberlo puesto en la entrada, pero estaba poseído por los demonios viendo las tonterías que se dicen en las reseñas.
      En fin, amiga Reyhan, suerte, valor y a las traducciones.
      Salud

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