Mi piloto es automático

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Radiografía de mi cerebro cuando estoy traduciendo de corrido

«Ave María Purísima». «Sin pecado concebida». «Padre, perdóneme porque he traducido». «¿Qué?». «Como lo oye, me pusieron a huevo una novela gorda y no lo pude resistir». «Hijo mío, traducir no es pecado, siempre y cuando no lo hagas pasándote de literal, a no ser que sea la Biblia. Recuerda a S. Jerónimo cuando nos decía: non verbum e verbo, sed sensum exprimere de sensu, pero también que en las Escrituras incluso el orden de las palabras es un misterio». «Ya, pero es que me da no se qué con lo de la crisis, tantos compañeros con sentencias de divorcio y yo con un libro gordo». «Pues, si te empeñas, reza un Jesusito de mi vida y vas que chutas, ¡hala! ¡Siguiente!».

Pues sí, señores y señoras, niños y niñas, vuelvo a traducir un libro gordo. La verdad es que no sólo no me importa, sino que estoy más contento que unas Pascuas (de Resurrección). ¿Que por qué? Porque le saqué punta a mi lápiz bueno, a los malos que los zurzan, cogí un papelillo de cuadros de unos que me quedaron de una carpeta de anillas y me hice un gráfico de lo que voy a tardar, puse el libro en su atril psicodélico, encendí el ordenador, me remangué, y a lo mío.

Y eso que me creía que me iba a salir muy mal por la falta de práctica, entre otras cosas porque las teclas de este ordenador están bastante más duras y tiene la de delete donde antes tenía otra, pero no, empecé y no me salía tan mal. De hecho, me salía tan bien que entré en ese estado nirvanesco que un señor llamado Douglas Robinson llamaba «el piloto automático» en su libro Becoming a Translator, aunque él lo decía en inglés. No se por qué, pero lo del piloto automático siempre me recuerda a una película de Walt Disney que vi de chico. A las generaciones más jóvenes les resultará curioso que Kurt Russell, cuando imberbe, hiciera películas para la Disney, con lo duro que es ahora que en algunas sale tuerto y todo. Pues sí, y una, inolvidable, se llamaba Mi cerebro es electrónico y hablaban con acento de Puerto Rico. En la peli, una computadora, que se llamaban así entonces, le da un calambrillo al Kurt Russell y se le pasan al celebro (verle bueno) todos los datos y demás y lo sabe todo artomáticamente y se vuelve la mar de listo.

Según el Sr. (Mr.) Robinson, que no me fiaría yo de su mujer, los traductores empezamos a currar por la mañana (eso no lo dice) un poco a trancas y barrancas. Al ratillo le vas cogiendo el gusto una vez que el café te ha hecho el otro efecto, en caso contrario tienes que ir al baño, y empiezas a soltarte. Si no llaman por teléfono, o a la puerta, o la vecina no se pone a charlar a gritos con la de enfrente, cuando menos te lo esperas estás tecleando como una ametralladora y pensando en los diversos colores de tus peces pluricromáticos o en las musarañas y entonces te dices: ¡Oh cautiverio süave! (porque te está saliendo muy bien, pero no puedes salir de tu cuarto) ¡Oh regalada llaga! (porque traducir es trabajar, pero sarna con gusto no pica) ¡Oh mano blanda! (porque tecleas a una velocidad de vértigo, en mi caso tres palabras cortas por minuto) ¡Oh toque delicado que a vida eterna sabe y toda deuda paga! (porque así estás la mar de a gusto y además vas a pagar los plazos de la nevera con el cheque de la editorial). Y, en cuanto piensas todo esto, te atascas. Porque, oye, está bien lo del piloto automático y el cerebro electrónico, pero tampoco puedes pasarte y mejor que estés un poco atento a lo que haces.

De todas formas, por muy electrónico que tenga el cerebro, también me doy cuenta de que soy un poco troglodita en algunas cosas. Es decir, lo del lápiz y el papel cuadriculado, y el libro y los diccionarios en papel… Vamos, hombre. Ya, pero es que no me apaño. ¿Cómo que no te apañas?, me dirán. Pides el libro en pdf (formato portátil de documento o de documento portátil, que hay distintas escuelas), te haces un gráfico con ese programa tan chulo de los colorines, te buscas una aplicación para los diccionarios y yastá. Todo eso me lo sé, pero del pdf me molesta que no puedo apuntar las notas y las dudas, para lo que necesito el lápiz en el libro de papel (Pues búscate el adobe profesional, muchacho. Y el lápiz, ¿para qué? ¿Cuántas veces has borrado lo que has escrito en un libro). Y no hay buenos diccionarios de turco  en formato electrónico (Porque tú lo digas, tienes el de la TDK y el Tureng) o, mejor dicho, de turco-español y por eso uso los de papel (Tengo yo un colega que te lo escanea en un periquete). Además, es que uno tiene sus costumbres y sus inercias, por ejemplo, me molesta enormemente que la gente eche papelitos en el cenicero porque se queman y huele muy mal (¿Y eso qué tiene que ver?).

Sobre todo, querida parte esquizofrénica de mi mente, me gusta hacerlo así. Y si estoy a gusto, me resulta más fácil entrar en piloto automático. Frase leída a la izquierda, ligera torsión de cuello y tecleo, palabra desconocida a la izquierda, vista a la derecha, consulta diccionario (cabezón… no; calimocho, tampoco; ¡ah!, calostro), ligera torsión de cuello y tecleo; vista al frente, las diez y media y ya he traducido un montón. A lo mejor es que lo del piloto automático es resultado de la tortícolis, no lo sé, pero da un gustirrinín…

Acerca de Rafael Carpintero

Traductor y profesor en la Universidad de Estambul
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15 respuestas a Mi piloto es automático

  1. noeliaberna dijo:

    Hola Rafael:
    Me ha fascinado tu entrada. Brillante, como sin duda será tu «traducción gorda»
    Saludos,

  2. Muy a mi pesar y muerto de la vergüenza, me veo obligado a comentarme a mí mismo. Me había pasado la vida pensando que era «cautiverio» y resulta que es «cauterio». Perdonen las disculpas (http://www.manualdeestilo.com/sin-seccion-asignada/perdonen-las-disculpas-13/).

    • ¿Cauterio? ¿Seguro? http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=cautiverio

      Por cierto, yo también tengo la mala manía de preferir boli, papel y anotar las cosas en soporte físico. ¿Y lo que mola luego hacerle el tachón por encima, marcar las palabras con tu signo de V, liarte a hacer flechas y no entender lo que has puesto? Eso a mí no me lo puede dar ningún programa informático :P. Gran entrada, me has arrancado una sonrisa y me he visto reflejada en alguna que otra manía (salvo lo de los diccionarios, que ahí sí soy más de electrónica para según qué idioma).

      • Lo del cauterio es del verso «¡Oh cauterio süave!». Aparte de lo que quisiera decir el poeta santo (que para eso lo escribió él), como es un heptasílabo de una lira, con «cautiverio» nos sobra una sílaba si hacemos la diéresis. Yo me creía que era «cautiverio» y me comía la diéresis. «Cauterio» también está en el DRAE y de ahí viene «cauterizar», por cierto.
        Las manías siempre las he visto útiles por lo que tienen de ritual. Lo de los diccionarios en papel es porque a) no los hay buenos electrónicos en turco-español y viceversa; y b) porque en casa tenemos unos muros tales que no me llega bien la señal del router al cuarto en que trabajo. Si me importara mucho lo habría solucionado, pero me da más o menos igual.
        Salud

        • Pues entonces como ocurre en árabe, que aunque existen diccionarios electrónicos, a mí me encantaba pasar las páginas del diccionario hacia delante y hacia atrás en busca de la raíz correcta. Esas horas de búsqueda tienen un encanto especial :P.

          P.D.: me confieso inculta en tema de versos y poesía y he dejado muy claro que no había captado la referencia, peeeeeero me llevo una cosa nueva a la saca. ¡De todo se aprende!

  3. El piloto automático cuando se está inspirado es gloria pura y hay que aprovechar. Que haya suerte con ese libro gordo de Petete.

    Un saludo.

  4. julian bluff dijo:

    Supongo que el libraco será una nueva de Pamuk ¡ojalá!

    Venga, Rafa, la pregunta del millón, no es un poco frustante la muerte de Füsun. Yo, en tu lugar la hubiera dejado con vida. Me gustan los finales felices. Cuando no lo son, tengo la impresión de que el libro se ha quedado cojo.

    ¡Ay qué ver cómo somos los interneteros, qué ganas de enredar tenemos siempre!. Ja,ja,ja….

    Un abrazo. Plenamente convencido de que al nobel y a ti os va a quedar una historia cojonuda.

  5. En primer lugar, ¡enhorabuena y suerte con el librote! Espero por la salud de usted (y seamos sinceros, por la continuidad de este blog, que me entretiene un buen rato) que sea entretenido y lleno de esas cosas imposibles que les gustan a los traductores…
    Por otra parte, en cuanto a su troglotidismo, sepa usted que incluso entre los que ya parece que nacimos con un ordenador debajo del brazo (algo menos, q soy de la era de trabajos escolares pre internet) también algunos preferimos rodearnos de una mezcla de bits y papelajos…
    un saludo

    • Muchas gracias. De momento no tiene nada imposible y casi mejor porque es policíaco. En cuanto a lo del troglotidismo, leí por ahí que los que hemos tenido que aprender a usar todos estos cacharros electrónicos tenemos menos dificultades para sacarles partido que la generación que nació con ellos. Un poner, mis estudiantes usarán muy bien el facebook, pero son un desastre con el Word (y escribiendo una carta, dicho sea de paso, por mucho que sea un correo electrónico).

  6. Felicidades por el nuevo tocho y creo que hablo en nombre de todos si digo que queremos foto de ese «atril psicodélico» 😉

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